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Señor Arzobispo de Oviedo, Sr. Alcalde de Salas, Sra. Teniente Alcalde de Salas, Sra. Arquitecto representante de la Dirección General de Patrimonio de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias, Sr. Jefe del Puesto de la Guardia Civil de Salas, vecinos de Villazón, señoras y señores.

Les agradezco a todos su presencia en día tan señalado para esta parroquia.

Con la rehabilitación y restauración de esta iglesia parroquial comienza una nueva época en la que todos podemos sentir que tenemos un templo digno que nos cobije.

Me cabe el honor de hablar en nombre de D. Jerónimo Arango Arias por cuya gestión y participación se financió esta importante obra y que no ha podido acudir dada la lejanía geográfica en la que vive.

Porque ante todo es a él al que debo manifestar mi gratitud por haber querido honrar en Villazón, a Manuel Arango Díaz su tío, y el mío, y también familiar de algunos más de los asistentes a quienes me alegra ver aquí.

La Providencia quiso que la senda de generosidad que abrió en su día Manuel Arango Díaz para su pueblo y para el concejo de Salas no se haya acabado, ni después de muerto. Hoy estamos aquí gracias a él, a su recuerdo, a su ejemplo que dejó huella en todos los que le conocimos.

Inició la aventura de la emigración a América como tantos de sus paisanos. Nunca perdió de vista ni su tierra, ni su familia y en cuanto pudo, y después de diversos trabajos que le hicieron prosperar, y una vez superada la guerra regresó a hacer el bien a su familia y a su tierra y a disfrutar de un retiro filantrópico en Villazón. Nos inculcó el amor a la familia, al esfuerzo, al trabajo bien hecho, a la austeridad, a la disciplina.

Fallecido en 1981 dejo en nosotros recuerdo imperecedero, que hoy se quiere perpetuar aquí con esta obra. Hace doscientos cincuenta años esta iglesia tuvo una gran restauración. Ahora otra, que esperamos garantice su duración al menos otros doscientos cincuenta años más.

 Quiero aprovechar estos minutos para dar las gracias a todos los que intervinieron en la realización del proyecto.

A Juan Llamas, arquitecto y director de la obra que la siguió con pericia y dedicación. Trabajó muy por encima de lo que se le había encargado y este proyecto se inició y finalizó gracias a él

A Alberto Fernández, que a sus conocimientos y trabajos históricos, ha aportado un entusiasmo y consejo constante.

A Antonio Fdez. Llaca, constructor y aparejador, que con gran competencia realizó lo que se le había encargado.

A Bernardino González, Encargado de obra, que en todo momento demostró su profesionalidad, su buen sentido y nos dio sabios consejos siempre.

A los restauradores Luís Saro y a su equipo, a Carlos Nodal y al suyo que nos han permitido disfrutar de la belleza artística que pueden ver aquí restaurada.

A Alejandro García Álvarez-Busto y Covadonga Ibáñez, arqueólogos, que además de explorar nuestro más antiguo pasado trataron con exquisito cuidado los huesos de nuestros antepasados.

Al Sr. Arévalo que está tratando de resucitar con esfuerzo los viejos sonidos de antaño de nuestro armonio. Y a su hijo, y al coro de la Capilla del Palacio de Meres por su hermosa actuación en esta misa que nos ha dado.

A Iñaki Zamorano, salense, por la talla del monolito conmemorativo que esperemos haga perdurar en siglos la memoria de Manuel Arango Díaz.

Al resto de profesionales que trabajaron en esta obra que formaron un equipo difícilmente repetible y a los que citaremos en nuestra página web en construcción villazonsalas.com

Gracias al alcalde de Salas D.  Sergio Hidalgo que ha prestado toda su ayuda al decoro exterior al templo. Y a su Jefe de Obras por su diligencia en realizarlo.

Gracias al Señor Arzobispo, nuestro querido D. Jesús Sanz que realza este acto con su presencia dándole lustre e importancia y al equipo eclesial del Arzobispado.

Al párroco D. Iván que comanda esta parroquia. A José Ramón Garcés que con prudencia ayudó al proyecto, a Juan José Tuñón, actual Abad de Covadonga que me atendió tan amablemente en mis primeros pasos por el Arzobispado. A Miguel Ángel García Bueno, a Víctor Cedrón.

A los vecinos de Villazón y Salas que me dieron calor y mostraron simpatía por el proyecto, especialmente con los que contribuyeron al éxito de este acto con su trabajo desinteresado. Seguiremos contando con su colaboración para la conservación y cuidado de este templo y su entorno, pues es nuestro templo, el templo cristiano de siempre.

A mis amigos, también. Os veo por ahí.

Y mi modesta aportación no se hubiera realizado sin la ayuda y aliento de mi mujer María Rosario, Yayo y de mis hijos Fernando y Marta.

Ni de la de mi primo Plácido, decisivo en la realización de este proyecto con su ánimo y apoyo.

Y gracias sobre todo a mi tío Manolo, Manuel Arango Díaz, mi padrino, que nos enseñó unos principios que nos han mantenido firmes por la vida hasta hoy.

Y de nuevo y por último a Jerónimo, que nos demuestra con sus obras que asimiló perfectamente el espíritu de tío Manolo y que es su mejor continuador.

 Sin toda esta gente reunida esto no se hubiera realizado.

Y sin la Providencia, tampoco pues esto ha sido un verdadero milagro.

Gracias a Santiago, patrón de España y de Villazón. Casi nada. Sabía buscar bien los sitios buenos.

Somos peregrinos de la vida y vamos con Santiago, por el camino de las estrellas. Como se decía antes, ultreya. Buen camino a todos.

 Muchas gracias.